La arquitectura en el Principado de Asturias presenta sus primeros restos materiales en la cultura de castros y época romana, pero no es hasta la etapa alto medieval cuando nos encontramos con una arquitectura relevante que, además, ha llegado hasta nuestros días, el arte Preorrománico.
En el resto de la época medieval el estilo que más presencia tendrá será el románico, con pocos ejemplos góticos, hasta llegar a las casonas y palacios barrocos del siglo XVI.
Posteriormente la industrialización asturiana dio lugar a un gran crecimiento urbano (especialmente en Oviedo, Gijón, Avilés y las comarcas mineras) que ha desembocado en interesantes ejemplos de arquitectura modernista, regionalista, industrial (reflejado en fábricas, estaciones, mercados, colegios...) y numerosos ejemplos de movimiento moderno.
[1] Algunos se construyeron sobre anteriores poblados neolíticos y siguieron estando habitados hasta la Edad Media.
La mayor presencia de estos se dio en la zona occidental asturiana aunque están repartidos por todo el territorio.
En los más grandes, como el de Coaña, se calcula pudieron llegar a vivir entre 1500 y 2000 personas.
Algunos de los más importantes son Chao Samartín, Coaña, Noega o San Chuis.
[2] Lo que sí está claro es que la presencia de Roma es evidente y, aunque no se han descrito templos ni lugares de culto, han aparecido numerosas monedas y estelas funerarias.
Los restos materiales de este reino se engloban en el conocido como Arte Asturiano, que comprende pintura, escultura, orfebrería y arquitectura.
Destacan especialmente las bóvedas interiores estrelladas, los arcos formeros, triforios y el claustro de la catedral.
El antes mencionado claustro comenzó su construcción en 1300, sustituyendo al románico, y se finalizó en 1441 en gótico flamígero.
Escultóricamente sigue la tradición románica, con la presencia de 167 capiteles decorado con arpías, dragones, centauros y otros animales monstruosos.
Si bien la iglesia del monasterio de Valdediós (1218) tiene un testero románico, la bóveda deja ver ya tracería gótica.
Desde la monarquía asturiana se levantaron varias torres, multiplicadas en la plena y baja Edad Media con carácter defensivo, residencial, estratégico para el control de rutas, aduanero o carcelario.
Normalmente son torres de planta cuadrangular o circular, y algunas se decoran con ventana geminadas.
El XVIII será además el de la aportación asturiana a la Ilustración, con nombres como Jovellanos, Feijoo, Canga Argüelles, Estrada o Campomanes entre otros.
Muchos de los templos que se conservan en el Principado fueron construidos en los siglos XVII y XVIII.
La arquitectura popular asturiana, por su carácter vernáculo, abarca todas aquellas construcciones tradicionales realizadas con los materiales que proporciona naturalmente el entorno, adaptadas a las condiciones climáticas y a los requerimientos específicos de la vida y el trabajo de las personas del lugar.
Son construcciones sin autoría conocida, y forman parte del patrimonio etnográfico asturiano.
[23] En el Palacio de Partarríu (Llanes) se rodó la película El Orfanato[24] El incremento económico y demográfico que caracterizó a Asturias durante la segunda mitad del siglo XIX hizo crecer sus principales ciudades, las cuales expresaron este crecimiento a través de edificios y casas de factura modernistas que encajarían en los llamados "modernismo vegetal", modernismo ondulante, eclecticismo y estilo de Secesión, destinada a la pequeña, mediana y gran burguesía.
En este tipo de construcciones el torreón suele ser el elemento más característico, con pronunciados aleros y decoración rica en impostas, balaustradas, canecillos, pináculos, etc.
No fue un estilo únicamente urbano sino que se extendió también al ámbito rural.
Ejemplos más tardíos serían los edificios de las calles Ruperto Velasco 2 y Álvarez Garaya 13.
El estilo frecuente durante la Segunda República en Asturias y que fue interrumpido por la Guerra Civil fue el racionalismo.
Este estilo desaparecería abruptamente tras la Guerra Civil, con algunos coletazos como la Casa rosada de Gijón (1942).
Nacieron 22 nuevas divisiones parroquiales y todas ellas fueron confiadas a arquitectos modernos, concebidas con total libertad por parte de sus autores.
La iglesia parroquial de La Asunción (1951, Piloña) aúna en este momento la estética neorománica con el movimiento moderno.
[39] Los castilletes y puentes más antiguos se construyeron en estilo Eiffel, utilizando remaches o roblones hasta la llegada de la técnica del soldado.
Se consolida el turismo (cultural, costero y rural), el crecimiento urbano de la costa, la decadencia del interior, etc.
[41] Como en otros lugares, se dejaron ver proyectos megalómanos como el Palacio de Congresos diseñado por Santiago Calatrava, que recibió muchas críticas, compuesto por oficinas, auditorio y centro comercial (este último cerrado).