[42] Esta contienda provocó importantes pérdidas al Ejército Rojo, y puso en evidencia las carencias que todavía tenían en su doctrina de guerra acorazada.
La fama y el significado moderno de Federico I Barbarroja está unido al pangermanismo alemán del siglo XX.
Esta carencia estaba provocada por un lado por el secretismo propio de la Unión Soviética, y por los numerosos prejuicios que había en Alemania hacia los eslavos[69].
[nota 13] La diplomacia alemana intenta sin éxito convencer al gobierno japonés para que se uniese a la invasión de la Unión Soviética.
La aviación de bombarderos tenían un problema semejante, estando equipada en su mayor parte con Túpolev SB y todavía con pocas unidades más modernas como el Petliakov Pe-2.
Ludo Martens, historiador belga, señala en su libro Otra mirada sobre Stalin (1996), que existió una conspiración en marcha entre los revisionistas del partido comunista como Bujarin y un grupo de militares soviéticos[nota 17][115].
Con la purga había eliminado a la mayor parte del bloque que quedaba de oficiales ex zaristas, pero también acabó con muchos comandantes revolucionarios surgidos durante la Guerra Civil[116].
Los pilotos alemanes disponen de buena información previa sobre los aeródromos soviéticos, lo que les permite alcanzar los objetivos previstos con gran eficacia.
[155] El historiador británico John Keegan afirma en su libro Operación Barbarroja, invasión de Rusia (1970) que Stalin y su Estado Mayor no fueron sorprendidos totalmente por el ataque alemán e incluso llegaron a despachar órdenes alertando a los estados mayores de los distritos militares pero con muy poco margen para que se pudiesen tomar las medidas pertinentes.
Cuando Timoshenko expresó sus dudas al respecto, Stalin dijo: «si fuera necesario organizar una provocación, los generales alemanes serían capaces de bombardear sus propias ciudades»[157].
[nota 22] El régimen franquista decide mandar a una división de voluntarios al Frente Ruso, que terminaría siendo mixta entre militares profesionales y falangistas[184].
Dieciséis días después de que se iniciara la operación Barbarroja, el ejército alemán había capturado 300 000 prisioneros, 2500 tanques, 1400 cañones y 250 aviones.
Al finalizar 1941, la fama de las Waffen SS como unidades efectivas y brutales serían conocidas en todo el ejército alemán[191].
El 30 de julio, aparatos británicos bombardearon Kirkenes, Petsamo (actual Pechenga) y Liinakhamari pero poco después, tras sufrir graves pérdidas, regresaron a Scapa Flow[200].
El tanque soviético continúa su avance arrollando a un cañón contracarro alemán de 37 mm, y dejando un Panzer III en llamas.
Los carros de Guderian continúan hacia Smolensko donde llegan el día 10, fecha en la que comienza oficialmente la batalla por capturar esta ciudad.
Pero recibe un memorándum de von Brauchitsch, donde se le indica que debe marchar hacia la destrucción del 5.º Ejército soviético en Gómel.
Según una estimación, tales distancias requerían de 280 divisiones para poder cubrir todo el frente; los alemanes invadieron la Unión Soviética con 127[151].
Bock le indica que está dispuesto a comenzar inmediatamente pero no sus comandantes de carro, Guderian y Hoth, quienes demandan unos días para estar listos.
Para zanjar el asunto, Hitler, quien se consideraba un gran estratega desde las victorias en Occidente[255], dicta la Directriz N.º 34 ordenando al Grupo de Ejércitos Centro detener el avance hacia Moscú y pasar a la defensiva para a su vez mandar fuerzas desde aquí en ayuda al Grupo de Ejércitos Sur[256].
Acto seguido Guderian se encuentra con Hitler, quien está acompañado por Keitel, Jodl, Schmundt (entre otros)[nota 27] y les expone la situación de su Grupo acorazado sin mencionar Moscú.
Las fuerzas españolas sienten decepción cuando marchan hacia el frente no en columnas motorizadas, sino a pie y cargando sus equipos en lentos carros de tracción animal.
Ya queda claro que la destrucción total del Ejército soviético al oeste de la línea Dnieper-Dvina era inalcanzable en la fecha prevista[276].
Sin embargo, la superficie helada del lago Ládoga permite abrir una precaria ruta de suministros hacia Leningrado y evacuar civiles en sentido contrario.
[306] Hoeppner ocupa Krasnaya Poliana a 27 kilómetros al norte de Moscú aunque las fuerzas del teniente general Rokossovski lo recuperan 24 horas después.
[nota 33] El historiador británico Eric Hobsbawm, en su libro Historia del siglo XX (1999) afirma: «Al no haberse decidido la batalla de Rusia tres meses después de haber comenzado, como Hitler esperaba, Alemania estaba perdida, pues no estaba equipada para una guerra larga ni podía sostenerla.
Justo antes del inicio de la invasión, afirma Salanova, los carros soviéticos podían tener deficiencias o estar anticuados, pero sus tripulaciones eran bastante competentes[334].
Esta maniobra no podía durar mucho tiempo pues el carro propio totalmente inmóvil se convertía a su vez en un objetivo más fácil de destruir[341].
La vanguardia de una división panzer estaba formada por una unidad mixta compuesta por carros ligeros e infantería transportada en motocicletas y sidecares.
Las dotaciones de los carros, tanto aliados como del Eje, consumían sustancias estimulantes que les ayudaran a mantenerse despiertos durante muchas horas seguidas.